sábado, 15 de enero de 2011

+ d 2 x 1/4


Este post es para anunciar una alianza histórica (?) entre No Hay Derecho y Actio Libera in Causa, en pos de defender los derechos de los fiesteros.

Más de dos por cuarto en los telos porteños
Más de dos por cuarto en los telos porteños


¿¡Qué!?

El Código de Habilitaciones de la Ciudad de Buenos Aires fue sancionado el 22/12/76, y ordenado el 7/09/78. Se ocupa de regular los requisitos que debe cumplir un local para ser habilitado en la Ciudad, de acuerdo a la actividad que quiere llevar a cabo. 

El título sexto del Código se refiere a las llamadas "actividades toleradas", que define como "aquellas que por su índole no son honorables ni reconocidamente útiles, cuyo ejercicio, en el caso de ser autorizado por la Municipalidad, con sujeción a ciertas reglas y condiciones, no origina derechos adquiridos, ya que las licencias que en tal carácter pudieran concederse, en razón de no tratarse de usos lícitos sino meramente consentidos, son de naturaleza precaria y por consiguiente revocables, según consagrados principios de policía de las costumbres y orden público". 

Curiosamente, la Ciudad tiene solo una actividad tolerada. El capítulo 16.1, único capítulo especial del título sexto, regula la habilitación de los Albergues Transitorios

Tener un "telo" en la Ciudad no es una actividad lícita, pero igual se puede hacer. La administración lo consiente. ¿Por qué? No sabemos. Lo que sabemos es que al dueño de un telo se le puede revocar la habilitación siempre, en razón de "consagrados principios de policía de las costumbres y orden público". También, según dice el 15.2.2, se le puede revocar la habilitación porque la actividad resulta "manifiestamente perjudicial" para la comunidad. Todas categorías muy objetivas, se ve. 

El dueño de telo es un empresario que no tiene derechos adquiridos. 


¿Eso solo?

No. Como si eso fuera poco, el art. 16.1.4 inc. b), dispone que "Las habitaciones no podrán ser utilizadas en forma simultánea por más de dos personas". 

¿Por qué? Otra vez, la respuesta es "no sabemos". ¿Por qué el estado me dice con cuanta gente me puedo encamar? Quien lo escribió no se acordó del art. 19 y las acciones privadas. Porque acostarme con siete u ocho (suponiendo que puedo lograr semejante cosa (?)) no está prohibido en ningún lugar, y por tanto, es libertad. Como consecuencia de eso, hay otra violación a un derecho constitucional: la igualdad. Si yo tengo una casa y vivo solo, me puedo encamar con quien quiera. Pero si yo tengo hijos, padres (?), o lo que sea, y quiero una partuza, no existe un lugar que esté legalmente habilitado al que pueda ir. ¿Por qué se hace esa injusta distinción entre dos buenos ciudadanos (?), cuando la única diferencia entre ellos es que uno tiene suficiente plata para pagar su vivienda propia, y el otro no? Hay que hacer algo al respecto.

Y una cosa más. ¿Por qué el dueño del telo no te puede dejar entrar si vas con dos personas más? Si yo quiero, y él también, ¿por qué no puede ejercer su actividad como a él le parece? Recordemos: su actividad no es lícita, según el código, sino meramente consentida. Y el artículo 14 de nuestra CN solo protege actividades lícitas. Sin embargo, al GCBA le bastó con categorizar como "meramente consentida" a la actividad para sortear esa protección constitucional. ¿Eso está bien? Veremos.


¿Cómo?

Usando la acción de inconstitucionalidad pura del art. 113 inc. 2 del Estatuto Organizativo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
ARTICULO 113.- Es competencia del Tribunal Superior de Justicia conocer:
2. Originaria y exclusivamente en las acciones declarativas contra la validez de leyes, decretos y cualquier otra norma de carácter general emanada de las autoridades de la Ciudad, contrarias a la Constitución Nacional o a esta Constitución. La declaración de inconstitucionalidad hace perder vigencia a la norma salvo que se trate de una ley y la Legislatura la ratifique dentro de los tres meses de la sentencia declarativa por mayoría de los dos tercios de los miembros presentes. La ratificación de la Legislatura no altera sus efectos en el caso concreto ni impide el posterior control difuso de constitucionalidad ejercido por todos los jueces y por el Tribunal Superior.

Una acción que permite atacar cualquier norma de alcance general dictada por el Gobierno de la Ciudad (leyes y reglamentos), y contrastarla con el propio Estatuto y con la Constitución Nacional. Una acción de puro derecho, en abstracto, en la que hay que demostrar que la norma en sí es contraria a las normas de jerarquía superior (lo que en derecho constitucional se llama inconstitucionalidad "on it's face", por contraposición a "as applied", que viene a ser la inconstitucionalidad en la aplicación de la norma al caso concreto).


¿Por qué?

Porque nunca fuimos a una partuza y nunca volveríamos a una (?). Porque no hay ninguna razón para que esté prohibido. Porque no nos gusta que el estado se meta donde no lo llaman. Porque nos gusta todavía menos que nuestra actividad sexual sea "meramente tolerada". Porque estamos aburridos. Porque sí. ¿Por qué no?

Los mantenemos al tanto de las novedades ¡corran la voz!


Must read:


Y los históricos:

Ya pueden hacerse fans en Facebook, para enterarse de como sigue esto.

miércoles, 12 de enero de 2011

El periodismo y el Leviathan

Hobbes llamó al estado Leviathan, un monstruo bíblico gigante, símbolo de lo poderoso y lo feroz. El estado absolutista, tal vez, podía dar una buena impresión de a qué se estaba refiriendo. Para frenar el poder ilimitado de ese estado absolutista se creó el Estado de Derecho. Se escribieron cartas magnas, declaraciones, constituciones. Se eligieron determinados lugares a los que el Leviathan no puede acceder, poniéndole un límite a su fuerza arrolladora. Los códigos penales son un buen ejemplo: la garantía del habitante de que todo lo que no está ahí escrito, no puede ser objeto de proceso ni pena. Ahí está lo prohibido, todo lo demás es libertad. 

El Derecho bajó al Leviathan de la categoría de monstruo gigante e invencible, a "terrible, pero manejable". El Estado sigue siendo más grande que cualquier individuo, más fuerte. Pero el origen de su fuerza no es la divina voluntad de quien lo guía, insusceptible de ser ignorada, sino los recursos con los que cuenta. El Leviathan no es fuerte porque es más, sino porque tiene más. Tiene el "monopolio de la fuerza legítima", pero eso a veces parece un título de cartón -¿o acaso no hay países con fuerzas armadas paraestatales tan importantes como la estatal? ¿Al que le pegan el tiro, le importa si la fuerza es legítima o ilegítima?-. Si el Estado tiene el monopolio de la fuerza es porque tiene la caja: ahí está la diferencia hoy. 

Y ahí es donde hay que revisar el paradigma. 

El Estado de mediados del Siglo XX no es el estado absoluto hobbesiano, pero sigue siendo más fuerte que los individuos que habitan en él, por una cuestión de escala económica. El Leviathan del Siglo XXI ¿tiene la misma característica? ¿No hay, acaso, privados con más recursos que el Estado?

En Prison Break (si no la vieron háganlo pronto) se hace referencia a La Compañía, una multinacional gigante que influye en los destinos de los dirigentes de Estados Unidos al momento de tomar las decisiones políticas más importantes. ¿Es esto una mera fantasía? ¿Puede la política actual ignorar lobbies y presiones de los privados, al momento de tomar sus decisiones?

Leyendo esta nota en La Nación pensaba un poco sobre el rol del periodismo que reivindica (y por tanto, asumo, dice estar haciendo) quien la escribe -Silvio Waisbord-.

Antes de pegarle, quiero destacar que la crítica en relación al uso de fondos públicos para fines partidarios (es claro en la nota que es este el eje de la crítica, a pesar de que da otras opciones de financiamiento) me parece sana. El uso del erario público para fines de propaganda es una práctica condenable desde todo punto de vista: la finalidad de los fondos públicos no es generar votos para el partido que gobierna. La pauta oficial sirve para hacer efectiva la publicidad de los actos de gobierno, no para mantener un séquito propagandista. Sin embargo, "6, 7, 8" no inventó nada, es una copia de programas previos que hacían exactamente lo mismo, pero al revés.

Volviendo a la nota, Waisbord propone unas reglas del juego bastante loables, pero que solo son valiosas sin todos los jugadores las respetan. Los medios privados no pueden ya ampararse en la arrolladora e invencible fuerza del estado para decir cualquier cosa. Ojo, Clarín y La Nación no son Novartis, ni Bunge; creo que es claro que, al menos hoy por hoy, no son asimilables a un Estado Nacional del tamaño del nuestro. Pero ambos tienen sus recursos. La campaña contra Clarín del gobierno actual hizo mucha mella en su credibilidad -es decir, trajo a la escena el tema de que lo que los diarios cuentan no siempre es verdad inmaculada-, pero sigue siendo el diario más vendido, y tal vez el formador de opinión más importante de la Argentina (¿después de Tinelli? estoy dispuesto a discutirlo).

Pablo Sirvén, el secretario de redacción de La Nación, se burla por Twitter (@psirven) de quienes dicen que su diario ejerce la crítica en forma desmedida, con un catch phrase bastante ridículo, propio de una serie de los 90'. Escribe "¿Quién dijo que La Nación no publica buenas noticias?" con un link atrás, de alguna presunta cosa simpática. Lo hizo siete veces en sus casi 400 tweets de este año. Siete buenas noticias en doce días, ¿no serán pocas? 

Hay que ver además, el contenido de esas buenas noticias. "Fue record la venta de autos", pero el aumento de la venta se produjo sin participación del crédito. "La banca argentina cerró su mejor año en toda la década", gracias a la inflación, pero no olvidar que por efecto de ésta el crecimiento real no es tan importante. "Subieron 18% el año pasado las ventas de juguetes", pero sigue siendo inferior a la de 2008, y los jugueteros se quejan de la administración en relación al procedimiento de importación. Etc, etc, etc. En el fondo, esas buenas noticias del 2011, parecen ser todavía menos que siete.

Me imagino que la mayoría de los lectores de La Nación, o de Página 12 lee algún otro diario. No sé si se puede decir lo mismo de los lectores de Clarín. Pero la elección de la Tribuna de la Doctrina como blanco fue al azar: en alguna dirección, todos los diarios hacen lo mismo. Y es por eso que a veces es bastante complicado saber que es y que no.

El caso del presupuesto de la Corte es paradigmático. El CIJ (la agencia de noticias de la Corte Suprema) informó acá que el PEN le recortó el presupuesto para 2011 en un 40%. Este recorte, bastante violento a la vista, había sido en realidad, sobre lo pedido por la CSJN para ese año. Sin embargo, respecto del presupuesto 2010, el nuevo presupuesto preveía un aumento de casi el 20% para el Poder Judicial. Si buscan los diarios de esa fecha, verán que mientras los opositores omiten el dato del equívoco lingüístico en el uso de la palabra "recorte", los oficialistas critican las "mentiras" de la Corte.

Volviendo, Waisbord dice que "el periodismo siempre informa desde un lugar determinado, no desde un utópico Olimpo alejado de la vida política y moral de la ciudadanía. Reconocer esta situación no implica abandonar la idea de que el periodismo debe procurar mantener distancia frente a los gobiernos y ser crítico de los dogmas perpetuados por quienes recitan sus verdades"

Pero esto es tocuen. Tocuen es cuento (?). El periodismo no tiene que mantenerse distante solo de los gobernantes. Pareciera, según Waisbord, que el periodismo debe ser siempre crítico del gobierno de turno (cosa que comparto), pero está justificado si no hace lo mismo con los privados.

Tal vez en la Argentina no es una preocupación actual. ¿Pero qué pasa cuando una multinacional con recursos similares, o superiores, a los de un Estado Nacional se le para a éste en contra? Seguramente, de acá a 50 años, podamos ver muchos casos de ese estilo. Y probablemente, en un caso así, la linea de moralidad del uso de los fondos públicos para fines de propaganda se vea un poco desdibujada. Ahí habrá que ver qué es peor, si la crítica tendenciosa al Estado con vista gorda hacia el resto, o la inversa.

¿Llegaremos a ver el día en que la serpiente monstruosa sea una lombriz en el anzuelo de algún pescador gigante? Tómenlo con pinzas, es una reflexión light y con sueño. Lo charlamos con un café.

10/10, arrolla (?)