Ya está.
No fui al obelisco. Seguramente mucha gente, como yo, prefirió quedarse en su casa. Contenta, seguro, pero sin poner este "título" a la altura de los de siempre.
(Aún así, seguro llevamos más gente que Arsenal, si hoy es campeón (?))
Se sufrió como siempre y se vivió como nunca. El canje un horror, si no fuera por la solidaridad de los usuarios que se ofrecían en twitter para sacarnos la entrada a quienes no lográbamos entrar en Livepass, nos quedábamos afuera. El operativo policial un desastre. Tuvimos que dar doscientas vueltas para lograr llegar a la Centenario, platea que, hasta ayer, no conocía, y de la que me llevo un grato recuerdo.
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Una vista rara, la Sívori vacía, desde la Centenario media |
Gracias a los que vinieron a sacar a River del pozo. Gracias a Cavenaghi, al Chori, a Ponzio, a Trezeguet. A los hombres de la casa, y al hincha que vino a dar una mano. Gracias por poner a River en su lugar.
Lindo y merecido reconocimiento para Rogelio, a quien desde este humilde blog (y su asociada y no tan humilde (?)
cuenta de twitter) se ha bancado incondicionalmente, a pesar de las puteadas, desde el minuto cero. Por suerte, de Boca Unidos para acá lo empezaron a reconocer. Escuchen el principio del video
"Melli, melli". El hincha es un panqueque (?).
Hermosa peinada (aunque en largo offside, es cierto) para la definición exquisita del Rey David en el primer gol. Hermoso manejo de la contra en el penal, que ni Trezeguet -con historia negra en materia de ejecución de la pena máxima, hay que decirlo- pudo meter (cada penal para River es un sufrimiento, acá hay algo que hay que aprender de los primos). Hermosa guapeada en el segundo gol, y brillante habilitación a Trezeguet, que sólo la tuvo que soplar.
La llegada de Trezeguet, para Rogelio, fue una revolución. Se nota en su juego, en cada vez que toca la pelota. Aprendió a largarla fácil, a jugar de primera. No digo que ya lo esté haciendo bien, pero sin dudas, ese es el camino. Menos chiche, más juego fácil, menos apuro y más gol. Lo que le faltaba a un jugador sin inferiores, pero con buen físico, y una movilidad enorme. Porque recordemos, el rosario de puteadas que se tuvo que bancar, fue por todas las situaciones erradas. Y para errar situaciones, hay que generarlas: en ese River (el del descenso), era el único delantero que las tenía, muy por sobre Pavone o Caruso.
Y ya que estamos con Trezeguet, le voy a dedicar dos palabras. Hay que sacarse el sombrero, con este tipo que vino en el peor momento, a arriesgar prestigio, haciendo oídos sordos a las críticas (que no venía jugando, su edad, su físico), a ponerse la camiseta del equipo del que es hincha desde pibe. Un ejemplo de persona y de profesional. Un tipo que, con 34 pirulos y con todo ganado, se queda después de los entrenamientos para practicar, y para ayudar a practicar a los pibes. El que practica con Ocampos tirar centros de zurda, y el domingo hace un gol de cabeza con centro de Ocampos de zurda. El que erra un penal y va a la que sigue como si no hubiese pasado nada... y la mete. El que se tiene tanta fe, que cuando le bajan una, le mete un fierrazo de volea con su pierna menos hábil. El que diez segundos antes de que le llegue la pelota sabe para donde la tiene que jugar. El que después de hacer los goles habla bien de sus compañeros. El que cambia el gol de la final de la Euro por un gol a Almirante Brown en la B. El hincha. Si es verdad que esto es una resurección, si es verdad que River se va a refundar, yo quiero que la piedra en la que se apoye el nuevo River, sea Trezeguet.
Sabemos que el Chori tiene un pie y medio afuera, y que Cavenaghi no va a ser tan fácil como parecía en un principio. Pero hay con qué, River. Hay un plantel en el que van a quedar seguro dos o tres referentes: Trezeguet, ejemplo de optimismo, laburo, perfil bajo y éxito permanente; y Ponzio, la garra, el sacrificio, y el no achicarse en las pesadas, enfrentándolas de la mejor manera posible conociendo las propias limitaciones. Hay una grupo grande de promesas que se hicieron grandes de golpe (Ocampos, González Pirez, Ramiro Funes Mori, Pezzela). Y hay dos o tres que se van afianzando, también pibes, aunque con un poco más de experiencia (Rogelio, Cirigliano, keko Villalva, Abecasis, Chichizola). Y también están quienes, luciendo pocas veces, cumplieron alcanzando las expectativas (Maidana, Carlos Sánchez, Aguirre).
Almeyda, gracias por poner la jeta, gracias por agarrar en el peor momento, y gracias por dar lo mejor. Pero no alcanza. Con un plantel que vale más que la suma de los planteles del resto de la categoría, sacaste una diferencia de un punto sobre el segundo, en la última fecha. El equipo nunca apareció. Hubo dos o tres buenos partidos, y cuatro o cinco buenos tiempos. Pero los partidos, en general, los ganamos por las enorme diferencia de jerarquía entre nuestros jugadores y los de los demás equipos. Intentamos cien jugadas preparadas, y salieron dos. El ejecutor de pelotas paradas nunca apareció (¿puede ser tan difícil tirar un corner al punto de penal?), la defensa fue un flan en el 80% de los partidos, y estuvimos al borde de perder (o a lo sumo, empatar) con cada rival que en lugar de meterse atrás a buscar el punto, propuso algo. La insistencia con jugadores como Vella, explicable a través de la presión de arriba para no poner a Abecasis, es futbolísticamente injustificable. Los cambios, esos que ganaron los partidos muchas veces, demostraron casi siempre que el equipo estaba mal armado desde el principio -le hemos jugado con cuatro atrás a equipos sin vocación de cruzar la mitad de cancha-. Algunos incluso fueron insólitos, como la jotajoteada de poner a Bou, que no jugó en todo el torneo, en el partido con Patronato...
En primera, nuestro plantel es uno más, y nadie nos tiene miedo, necesitamos un técnico que pueda preparar los partidos de otra manera. Ramón Díaz es un sueño mientras Passarella sea presidente. ¿Gallego? Quién sabe. Pero como sea, Matías: gracias, y hasta luego.
De Passarella no queda mucho más por decir. Pagamos su egolatría y su incompetencia con un año en la B. Y tuvimos suerte, porque pudieron ser más. Tomó las peores decisiones, en los momentos más cruciales. No reforzó el equipo cuando había que reforzarlo, confirmó un técnico con un Ph.D. en descensos, y no tuvo los huevos de sacarlo cuando perdió el rumbo. Le pateó la puerta a Grondona en el momento más caliente, prácticamente le exigió que nos suelte la mano. Y si salimos de esta fue porque los jugadores que volvieron soportaron su forma absurda de conducción personalista y soberbia. Por suerte, Trezeguet, Cavenaghi, el Chori no fueron Camoranesi, que frente al destrato cruzó la General Paz y recaló en Lanús. Porque sin ellos, teníamos otro año más de sufrimiento.
Será imperativo traer un arquero y un volante por izquierda. Si se resuelve Cavenaghi y se queda el keko, para mi no hace falta mucho más. Claro, habrá que tapar los agujeros de los que se vayan (¿Cirigliano? ¿Ocampos?). Sería hermoso que Passarella no lo tome a la ligera esta vez, pero suena a un sueño imposible. No importa, cada vez queda menos para las elecciones. Ese día, cada uno tendrá que recordar quién nos mandó a la B.
Pero hoy es día de paz, así que dejemos esto acá. De nuevo, hay con qué. Se terminó este año de sufrimiento, de tristeza, pero sobre todo, de aprendizaje. Ahora a recuperar lo que nunca tuvimos que perder: el juego, el paladar negro, ganar, gustar y golear. Lo que nos hizo el más grande.
El final y el festejo, desde la Centenario
Las fotos son de Telam y Riverplate.com.