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viernes, 3 de septiembre de 2010

Tea Party vs. Coffee Party

Allá por 1773 -un 16 de diciembre- se produjo un movimiento histórico organizado por un grupo de colonos de Nueva Inglaterra que se recuerda aún hoy por sus importantes consecuencias -sería uno de los desencadenantes de la independencia de Estados Unidos- y lo curioso de su desarrollo.

La Tea Act sancionada en Gran Bretaña había autorizado a la East India Company a exportar té a las colonias sin tener que pagar los gravámenes normales de la potencia, como consecuencia la crisis económica que experimentaba la compañía -que, dicen, tenía como una de sus causas el boicot que les trababan los contrabandistas de las colonias-. Aparentemente, esa exención le daba una ventaja muy grande, y a los locales esto no les venía para nada bien.

Boston tea party notice

Si bien durante el día del 23 se generaron movilizaciones y asambleas de protesta, lo curioso fue lo que pasó a la noche. Un grupo de personas, disfrazados de indios Mohawks, entraron por la fuerza en los barcos de la East India, antes de que desembarcaran el te. Acto seguido, rompieron y tiraron por la borda, en alrededor de 45 minutos, 45 toneladas de té que estaban empacadas en los barcos. Por supuesto, el té flotó por el puerto de Boston durante días.

Ese acontecimiento se conoce con el nombre de Boston Tea Party, y fue, probablemente, uno de los desencadenantes de la independencia de Estados Unidos.

Boston tea party

La anécdota venía a cuento de la creación de un movimiento político homónimo en Estados Unidos, como consecuencia de una serie de medidas de la administración Obama. El Tea Party Movement se empezó a gestar en 2009 y, si bien no está asociado con ningún partido, sus integrantes -¿naturalmente?- simpatizan mucho más con los Republicanos.

tea party badge

¿Por qué naturalmente? Porque el movimiento se define como "una coalición de ciudadanos estadounidenses ordinarios, de todas las afiliaciones políticas que creen en los valores del libre mercado, preocupados por la linea de las políticas fiscales del país" y se alza, lógicamente, contra las medidas de corte social (v.gr. reforma del sistema de salud, la recovery act, etc).

No creo que estos muchachos sean malos tipos, por lo que sería improbable que les moleste, por ejemplo, que su vecino se pueda atender en un hospital sin tener seguro de salud. El meollo de la cuestión está, como siempre, en la viscera más sensible del cuerpo humano: el bolsillo. Para solventar las políticas sociales, el estado tiene que asignar una serie de recursos, y esos recursos tienen que venir de algún lado. ¿De donde? del bolsillo del contribuyente, claro, a través de un aumento de la presión fiscal. 

No voy a transcribir para no extenderme de más, pero para quien le resulte interesante, acá puede ver la agenda política del movimiento. Por supuesto, todo tiende a estado mínimo, impuestos mínimos, reducción de gasto, etc.

Como todo buen movimiento político moderno, la Tea Party tiene un grupo de Facebook, que a la fecha cuenta con 437.500 seguidores. Pueden visitarlo acá.

Lo interesante es que en enero de este año, y como respuesta al Tea Party, se creo un movimiento alternativo bautizado Coffee Party. Esta agrupación pregona el abandono de los discursos extremistas, y el respeto por las instituciones democráticas -y, por tanto, el respeto de la dirección política nacional-, impulsando la participación ciudadana en los asuntos públicos. Pero la buena participación ciudadana: sin odio racial, discursos del "enemigo" o críticas violentas y constantes, sin propuestas alternativas viables, contra todo tipo de medida que adopte la administración (¿toc, toc?).

coffee party badge

Coffee Party también tiene un grupo de Facebook, que a pesar de ser bastante más reciente que su gemelo malvado (?), es seguido por la nada despreciable suma de 285.800 personas.

Los dos grupos no se manifiestan sólo a través de redes sociales, cualquier miembro está habilitado para iniciar una reunión (una "Tea Party" o "Coffee Party", obviamente) en su zona, siguiendo determinados lineamientos, y las webs se encargan de hacerles publicidad.

¿Y usted? ¿Cómo se ve trabajando en redes sociales para apoyar o criticar las políticas económicas o fiscales argentinas? ¿Tendremos alguna vez una sociedad capaz de deliberar en estas materias, en lugar de ponerse las orejeras y empujar siempre para el mismo lado? ¿Para cuándo un Mate Party?

lunes, 26 de julio de 2010

Clasificación tributaria poco ortodoxa (cont.)

Había dicho algo así como "mañana pongo la segunda parte", y pasó poco más de un mes (?), pero bueh... firme junto al pueblo, cumplo finalmente en terminar con el resumen de el texto sobre límites psicológicos a la carga fiscal. El texto es un capítulo de un libro de Maurice Laure, quien si no me equivoco es que diseñó un impuesto indirecto que finalmente terminó transformándose el en IVA (pavada de antecedentes). La primer parte se puede leer acá.

Impuestos anestesiantes

Laure dice que hay tres grupos de impuestos con efecto "anestesiante": los que le permiten al contribuyente creer en la existencia de una contrapartida, los disimulados en los precios y los percibidos por retención indirecta.

Impuestos que permiten creer en una contrapartida

Todos los impuestos tienen como contrapartida los servicios que ofrece el estado. El estado, incluso, ofrece otros servicios que no están financiados por impuestos (hablo de empréstitos, ingresos originarios, etc.). El problema es que normalmente esto no es percibido por el contribuyente, a diferencia de lo que ocurre con determinadas categorías tributarias.

Laure dice que estos impuestos no sólo permiten ver la contrapartida, sino que incluso la amplifican por encima de la realidad.

Tomo dos de los ejemplos, los que parecieran ser más aplicables a nuestro sistema. El primero, los derechos de registro en los Registros Públicos. De alguna manera, se paga por la "noción de formalidad" que ofrece la oponibilidad a terceros de lo que sea que se registra. El particular lo paga sin chistar, porque ve en ese costo una garantía para salvaguardar los intereses que quiere proteger. Me parece que no habla de derechos reales, sino más bien de algo parecido a las escribanías, o sea, a protocolizar una escritura.

El otro ejemplo que nombra es la Lotería Nacional. Cito, para no restar brillo: "se impone la impresión de que existe una contrapartida, y ésta resulta tan clara, que los contribuyentes pagan voluntariamente el impuesto que la lotería representa. El estado vende, por un precio superior a su valor, la esperanza de ganar".

Impuestos disimulados en los precios

Como decía en la entrega (?) anterior, los impuestos indirectos tienen la particularidad de ser pagados por personas que saben perfectamente que, en definitiva, no los soportan.

Cuando compro una gaseosa en un kiosco: el impuesto me lo están cobrando (21%, saladito...), y sin embargo, estoy tan acostumbrado que no me doy cuenta. El impuesto directo se ve a flor de piel... cuando tengo que hacer una declaración jurada, me acuerdo del Congreso, el Inspector General, sus respectivas madres, etc. Los impuestos indirectos están camuflados.

Además, el que tiene que ingresar el impuesto, ante la inflación o un aumento de cualquier índole de sus costos, no se ve afectado en su ganancia, sino que simplemente calcula el aumento y traslada el impuesto. Por otro lado, el impuesto indirecto (un porcentaje sobre cada producto que vende) es muy simple de liquidar, el comerciante no necesita, por ejemplo, un contador.

Impuestos retenidos en la fuente

La propiedad del impuesto indirecto de disimular el impacto de la presión fiscal integrándola al gasto funciona como anestesiante. Es por eso que se buscaron mecanísmos análogos para aplicar a los impuestos directos. Es decir, cobrar el impuesto directo como si fuera un impuesto indirecto, haciendo que el que lo tiene que ingresar no sea el que efectivamente lo paga.

El procedimiento de retención en la fuente inclina al contribuyente a admitir que sus recursos se limitan a las cantidades netas que perciben. Cuando a mi me preguntan cuanto gano, nunca digo el bruto, aunque lo cierto es que mi sueldo es ese y no lo que efectivamente cobro. Los descuentos parecieran pasar desapercibidos.


Bueh, hasta ahí lo que me interesaba contar. Sé que es más choto que lo que escribí la vez anterior, pero tengo la cabeza en otro lado. Además, la primer parte del capítulo era mucho más interesante, y tiraba puntas -contrario sensu- sobre lo que iba a decir la segunda, con lo cual no tiene mayor sentido explayarse sobre ésta. Esto es todo y espero que les haya gustado, chau.

viernes, 25 de junio de 2010

Clasificación tributaria poco ortodoxa

Hoy me agarró uno de esos ataques de saturación de fin de cuatrimestre. Para quien no lo sepa, mis ataques nunca son de "no quiero ver más un libro", sino que están bien dirigidos, a la materia que tengo que rendir... es decir, no quiero estudiar lo que tengo que estudiar, pero me puedo leer un tratado sobre la prescripción adquisitiva, o anticresis, y ser feliz de la vida.

Fui a la fotocopiadora a sacar unos apuntes de la carpeta de Tributación y Desarrollo Económico (una optativa de un punto de tributario, que dicta los miércoles Agustín Torres, y que recomiendo plenamente), y buscando lo que tenía que sacar, me encuentro con un apunte que se llama "Límites psicológicos de la carga fiscal".

En un arrebato de rebeldía (?), y al ver que eran nada más que doce carillas, lo compré. El autor es todavía un NN para mi, porque no está el nombre en el apunte, pero prometo preguntarle a Torres el miércoles y agregarlo... les puedo adelantar que es un Francés.

Lo que sigue es un breve resumen de ese capítulo de libro -que obviamente, no tengo necesidad de resumir, porque no lo tengo que estudiar-, que me resultó bastante interesante. Aclaro que voy a modificar muchos términos del texto, porque son desconocidos, tanto para uds. como para mi antes de tomarme el trabajo de investigarlos (caso del "impuesto sobre la cifra de negocios" que, si no me equivoco, es algo así como el IVA).

NdA: corregido, el autor es Maurice Laure.

A los bifes.

Básicamente, lo que dice este muchacho, es que los impuestos se pueden dividir en dos subcategorías: los impuestos irritantes y los anestesiantes.

Impuestos irritantes

Maurice Laure entiende que son impuestos irritantes los que se pagan directamente, y que son más irritantes mientras más aparentemente inevitables sean.

El carácter directo

En este sentido, sostiene que si bien obviamente toda persona tiene aversión por los tributos, resultan mucho más molestos aquellos que gravan la renta y el capital.

Dice, sobre los otros impuestos (los indirectos, que gravan el consumo) que el empresario "siente" que no es él el que lo paga: si bien es el contribuyente de iure, el percutido es otro.

En criollo, en el IVA, si bien el que ingresa el impuesto es el vendedor, el que lo "paga" es el comprador, porque el vendedor traslada el tributo al precio. Ahora bien, si bien es cierto que el impuesto se traslada, no es menos cierto que si el tributo no existiera, el empresario podría cobrar lo mismo por el producto y tener una ganancia superior; o bien, podría bajar el precio, con lo que probablemente aumentarían las ventas, y por ende, las ganancias. En resumen, el tributo lo afecta en forma cierta.

Volviendo al autor, dentro de la totalidad de los impuestos directos, sostiene que existe un factor más que influye sobre el grado de irritabilidad: la circunstancia de que el tributo se calcule sobre valores reales o indiciarios.

En ese sentido, dice que cuando una persona está reducida a una situación en la que se ve obligada a pagar, quiere tener una oportunidad de escapar -al menos parcialmente- del impuesto. La esperanza de no ser gravado, o al menos, la idea de que no se está gravando la totalidad de la manifestación de capacidad económica, hace que el tributo sea más fácilmente soportable.

A eso se le debe agregar que al contribuyente le molestan especialmente las investigaciones destinadas a comprobar la realidad de sus declaraciones -agrego yo, o la sensación de que esas investigaciones podrían llegar a existir-. Si se tributa sobre base cierta (caso Ganancias) siempre cabe la posibilidad de que el fisco deje de lado la declaración jurada y se inmiscuya en los asuntos privados del contribuyente (aunque no vaya a encontrar nada!).

Debe haber un buen ejemplo tributario para esto, ahora mismo no se me viene a la cabeza (estoy arriba desde las siete de la mañana, sepan disculpar). Lo más parecido que se me ocurre, para que se vea, es el pago del servicio de agua: el que tiene medidor, paga sobre valores reales, y el que no, paga por una determinación indiciaria (cantidad de baños, de habitantes, etc.).

Esta sensación de escape está relacionada también -parecieran ser cuestiones psicológicas similares- con el apartado que sigue.

La aparente evitabilidad

"¿Cómo explicar el hecho de que los franceses, incluso los más pobres, acepten pagar cuando fuman, un impuesto igual a las tres cuartas partes de su gasto, siendo así que protestan contra tipos mucho menos elevados en el impuesto sobre la renta?" es la pregunta fundamental que formula Laure en el segundo apartado.

Si bien no lo dice en el artículo, creo que la tasa del impuesto al tabaco anda -en Francia- por el 50% del valor del paquete: una alícuota violentísima. Sin embargo, la gente no protesta tanto por ese 50%, como sí por impuestos directos que tienen alícuotas mucho más bajas. Otro ejemplo que da es el del impuesto a la transferencia de inmuebles: ¿por qué la gente de esto nunca se queja?

La respuesta que propone es que, a diferencia de lo que ocurre con los impuestos a la renta o al patrimonio, esos impuestos son evitables -por medios legales, claro-.

Es fácil, si uno quiere no pagar el impuesto al tabaco, o el impuesto a la transferencia inmobiliaria, basta con no fumar, o no comprar o vender inmuebles. Esa "noción de libertad" es una linea más de separación entre los impuestos irritantes y los otros. Para tener consciencia de la libertad ambulatoria no hace falta viajar sin cesar, sino saber que uno lo puede hacer cuando quiera. Sabe que puede evitar el pago del tributo, así sea privándose de lo que sea que quiere, le genera al contribuyente una mayor aceptación.


Como intuyo que pocos valientes llegaron hasta acá, les haré el favor de cortar y dejar para mañana la parte de "Impuestos anestesiantes".

Continuará...

(?)


(disposición transitoria: en cuanto tenga el nombre, todas las "X" serán reemplazadas... por ahora, tómese como licencia poética)

(reemplazadas!)