Escribo con una mano, mientras la otra sostiene el nebulizador, y hago equilibrio en la silla para mantener una almohadilla eléctrica apoyada en la espalda. Curiosamente, es mi segunda nebulización en 24 horas, o en diez años... los dos plazos valen. Encima tengo gusto a caramelo hediondo para la garganta.
Mañana rindo final de procedimiento, y soy una tabula rasa. Claramente, ayer no era buen día para doble partido, de noche y con frio.