lunes, 12 de julio de 2010

Perdió el fútbol

Si ayer hubiese ganado Holanda, los utilitaristas se llenarían la boca diciendo que con tiki tiki no se gana nada.

Critiqué siempre a muerte a los que defienden el fútbol exitista. Creo que el fútbol es un espectáculo, y que no se reduce al resultado y nada más... Si sólo importara el resultado, habría que mirar los últimos cinco minutos del partido, o el diario para ver como salió.

El fútbol total murió cuando se retiró Cruyff. Probablemente, el Barcelona sea su heredero más claro... el Bayern podría andar cerca también. Fútbol dinámico, con tenencia de pelota, sin posiciones fijas. Entre las selecciones, diría sin dudar que la que más se le acerca, es ésta Alemania.

Pero España? España es onanismo futbolístico.

España toca y toca, y no la mete. Es el campeón con menos goles de la historia, y si llegó, es porque el único equipo contra el que jugó (Alemania) gastó la inspiración en octavos y cuartos, y Puyol (!?) la encontró en una pelota parada. Una mala tarde la tiene cualquiera. Incluso Robben, que podría haber liquidado por dos, y erró en una en la que no podía errar.

Lo que España sí hizo en este mundial es revolucionar el fútbol destructivo. Contra los diez en el área de Italia no se puede jugar. Contra las patadas de Holanda no se puede jugar (quién no se acordó de Holanda - Portugal del 2006??). Contra el control de pelota de España, tampoco.

Ayer decían de Iniesta que es el mejor jugador del mundo, que no se ensucia, que juega con traje. Que nunca arruina la estética de la jugada, que sólo patea para el gol. Iniesta tuvo una clara antes, y prefirió enganchar. Hoy me pregunto... si Iniesta no metía el gol (ojo, eh... minuto 115 y jugando con uno más... el que diga que España ganó cómodo está vendiendo un buzón terrible), hubiesen dicho lo mismo? O hubiesen criticado la falta de hombría para encarar y patear (esa que, creo yo, en la España titular es virtud exclusiva y excluyente de Villa)?

Qué buscan la Holanda de ayer, o la Italia de siempre, cuando juegan como juegan? Mantener el arco en cero, y buscar algún gol para bajarle la persiana al partido.

Hay que reconocerle a España que su juego destructivo es mucho más estético y agradable que los otros. Que mueve la pelota por toda la cancha, que la tiene en el medio, que no hace faltas.

Pero para conseguir la tenencia, sacrifican el gol. Y por eso, en su esencia, no dejan de jugar fútbol destructivo.

Por algo los más odiados de los jugadores son los arqueros. Negar el gol siempre será negar el fútbol.

viernes, 9 de julio de 2010

Desvelo

Subió a la camioneta, y se abrochó el cinturón de seguridad. Eran pocas las normas de tránsito que todavía respetaba. Encendió las luces, giró la llave y arrancó. Manejaba rápido. Se sintió exhausto. "No mires el camino, el camino es hipnótico... mirá siempre a los autos de adelante" parecío recordarle una voz familiar. Levantó la vista. En la calle no había un alma. Un perro cruzó la calle, a lo lejos. "Demasiado rápido", pensó, "para nada". Llegar ni siquiera le importaba. Entró a la bocacalle, sin pisar el freno. Manejaba con un sólo cambio, un sólo pedal. No miraba el camino, ni hacia adelante. Ni nada... sólo pensaba. Bordeó la plaza. La ruptura de la monotonía, en forma de verde, le recordó que manejaba. Vio dos mujeres esperando el colectivo. "Hace frio", pensó. Cruzó el cuarto semáforo en rojo. Hacía meses que no frenaba en uno. La idea lo divirtió. Vagamente, recordó la semana, la entrega, el exámen, el trabajo. Vio venir una moto por la cortada. Invadido de adrenalina, aceleró y cruzó. La radio sonaba alto, pero distorsionada. Mal sintonizada, creyó. Después de un rato, cayó en la cuenta de que conocía la canción. Escuchó las sirenas. "Una ambulancia", pensó, "O la policía". Miró los espejos buscando las luces. No las encontró. Se le ocurrió una idea, algo para escribir. Trató de retenerla. No pudo. Los párpados le pesaban. Nada tenía sentido. Sirenas, de nuevo. Se había distraído, pensó, pero nunca había dejado de escucharlas. Volvió a buscar las luces. De nuevo, no las encontró. Descubrió que, hacía rato, no veía más que oscuridad.

El dolor lo abrumaba. El cuello, la espalda, el pecho, las manos. Las luces lo enceguecían. Voces retumbaban en su cabeza, pero no sabía distinguir las palabras. El cuerpo, aura carmesí, justo adelante, en el suelo. El frío del metal en sus muñecas le trajo consciencia de la propia situación. Comprendió, finalmente, las consecuencias inminentes de sus actos.

No le importó.